Ahí está ella
Son las 23:36, la noche está fresca, la luna
más grande del 2012 se asoma por la ventana. Ahí está ella, acostada sobre la
cama de dos colchones cubiertos con unas sábanas enormes de tonalidades rosa
con morado, en ese cuarto azul, el ventilador suena tan fuerte que el silencio
se ve interrumpido, el aparato para ahuyentar los sancudos alteran su alergia,
rodeada de 4 almohadas y 3 cojines, uno en forma de corazón, otro de estrella y
uno más sin forma reconocible, sus cabellos rizados se expanden entre todo ese
desorden de figuras, sus ojos de mirada triste iluminados con un corrector
mágico llamado maquillaje le dan la imagen de que sean más grandes y más
brillantes, esos ojos de pestañas largas, parecen tener una cascada adentro,
donde con solo tocarlos toda esa agua se desbordara, en su cuerpo inerte
alberga un corazón viviente que late con una pequeña falla de nacimiento, nada
grave, nada que con respiraciones no se pueda controlar, pero el problema es su
mente, en ella habitan miles de ideas, recuerdos millones de sueños, rencores,
dolores, y uno que otro número telefónico, las millonésimas cosas que ella
piensa no encuentran su posición correcta, no encuentran coordinación con sus
piernas largas y delgadas, las cuales quisieran salir corriendo e indicarle a
sus brazos que es lo que deben tomar y abrazar con los brazos abiertos.
Su mente es más poderosa que el enojo de una
madre, más dispersa que un niño de 3 años, más ansiosa que una adolescente, más
nerviosa que un chihuahueño asustado. Su mente le hace jugarretas de las cuales
su cuerpo no puede reaccionar, es como un laberinto sin aparente salida.
Ya son las 00:50 la madrugada parece ser su
mejor compañera, su musa para los sueños. Su cuerpo sigue estático, pegado a la
cama como una calcomanía en un la cajuela de un taxi, como si estuviera
enredado con una trepadora, sus ojos miran hacia arriba observando las 23
estrellas brillantes de plástico que ella misma pegó, creyendo que así se
sentiría en el cielo.
Las cuenta, imaginándose que ellas le darán
paz y respuestas, todo iba bien y normal, como todos y cada uno de los días,
hasta que la última estrella, la de la esquina izquierda, esa pequeña y
aparentemente la más vieja, con uno de sus picos le señaló la puerta, ella no
entendió y volvió a contar las estrellas hasta volver a caer a esa diminuta
estrella molesta e insistente señala la puerta, ella solo mira un hoyo tapado
con una cortina mal hecha, la ve por al menos unos 30 segundos tratando de
resolver el misterio que esa cortina esconde, sin hacer ningún movimiento se
pregunta cómo será todo del otro lado.
Se suena la nariz, seca las lágrimas añejas,
toma una dona para el cabello y se hace un chongo afro, qué más da, nadie la
vera, piensa ella. Sus pantuflas están muy lejos de sus pies, así que decide
levantarse y caminar descalza. La incertidumbre la ha levantado.
La 01:06 Camina por inercia, sus pies solo
esquivan las cosas regadas del piso, se pega en el dedo chiquito como ya es
costumbre y eso la hace despertar un poco. Ahí está frente a esa cortina, con
la mente en blanco, con la lluvia en los ojos, hay una luz como de flash de
cámara, asoma media cara, resaltándole la nariz como cuando era niña y espiaba
a su hermana. Algo sucede allá afuera, un sonido estruendoso acompaña la luz,
algo sucede. Retrocede un paso, un aire sumamente frio entro por sus dedos
gordos de los pies, a tal grado de provocarle dolor de huesos.
Los ruidos y las luces siguen y cada vez
son más fuertes y constantes, ha
empezado a llover, corre a cerrar la puerta del patio, sin percatarse de que al
atravesar esa cortina insignificante dejaría todo atrás.
Las luces son los rayos de la tormenta que
se ha desatado, el agua le llega más arriba de los tobillos, los relámpagos han
hechizado su mirada, la incitan a ir hacia ellos, los truenos le han dejado sin
sonido el oído izquierdo, ha perdido equilibrio, camina sin mirar que pisa, sin
sentir el agua congelada.
No escucha nada, solo ve ráfagas de luz que
iluminan la noche oscura, la luna se fue, o al menos ella no se percató de su
huida sigilosa, continua caminando hasta darse cuenta que está a la mitad de la
nada, con el agua hasta los tobillos, los chinos caídos por el agua, su pijama
mojado y su maquillaje corrido.
Ahí está ella, sin preguntarse nada, sin
querer saber dónde está, solo siente escurrirle por el rostro un montón de
gotas, su cuerpo sigue tibio a pesar de la lluvia, irónicamente juraría que la
esta cobijando, mira a su alrededor y no ve nada, mira hacia arriba y ahí está
esa pequeña estrella, se parece mucho a la de su cuarto, solo que esta es
verdadera.
Solo hay una estrella visible entre toda esa
tormenta, los rayos caen alrededor de ella,
algunas gotas atraviesan su pijama rosa otras solo escurren por su
rostro, su mirada hacia el cielo le provoca la sensación de libertad.
Ahí está ella, en medio de la tormenta, sin
miedo a los relámpagos, sin miedo a resbalar por sus pies descalzos sobre el
agua. Ahí está ella, sonriéndole a la estrella, fuera de su confort, viendo el verdadero
cielo.
FP*