domingo, 10 de junio de 2012


Ahí está ella

   

 Son las 23:36, la noche está fresca, la luna más grande del 2012 se asoma por la ventana. Ahí está ella, acostada sobre la cama de dos colchones cubiertos con unas sábanas enormes de tonalidades rosa con morado, en ese cuarto azul, el ventilador suena tan fuerte que el silencio se ve interrumpido, el aparato para ahuyentar los sancudos alteran su alergia, rodeada de 4 almohadas y 3 cojines, uno en forma de corazón, otro de estrella y uno más sin forma reconocible, sus cabellos rizados se expanden entre todo ese desorden de figuras, sus ojos de mirada triste iluminados con un corrector mágico llamado maquillaje le dan la imagen de que sean más grandes y más brillantes, esos ojos de pestañas largas, parecen tener una cascada adentro, donde con solo tocarlos toda esa agua se desbordara, en su cuerpo inerte alberga un corazón viviente que late con una pequeña falla de nacimiento, nada grave, nada que con respiraciones no se pueda controlar, pero el problema es su mente, en ella habitan miles de ideas, recuerdos millones de sueños, rencores, dolores, y uno que otro número telefónico, las millonésimas cosas que ella piensa no encuentran su posición correcta, no encuentran coordinación con sus piernas largas y delgadas, las cuales quisieran salir corriendo e indicarle a sus brazos que es lo que deben tomar y abrazar con los brazos abiertos.

  Su mente es más poderosa que el enojo de una madre, más dispersa que un niño de 3 años, más ansiosa que una adolescente, más nerviosa que un chihuahueño asustado. Su mente le hace jugarretas de las cuales su cuerpo no puede reaccionar, es como un laberinto sin aparente salida.

  Ya son las 00:50 la madrugada parece ser su mejor compañera, su musa para los sueños. Su cuerpo sigue estático, pegado a la cama como una calcomanía en un la cajuela de un taxi, como si estuviera enredado con una trepadora, sus ojos miran hacia arriba observando las 23 estrellas brillantes de plástico que ella misma pegó, creyendo que así se sentiría en el cielo.

 Las cuenta, imaginándose que ellas le darán paz y respuestas, todo iba bien y normal, como todos y cada uno de los días, hasta que la última estrella, la de la esquina izquierda, esa pequeña y aparentemente la más vieja, con uno de sus picos le señaló la puerta, ella no entendió y volvió a contar las estrellas hasta volver a caer a esa diminuta estrella molesta e insistente señala la puerta, ella solo mira un hoyo tapado con una cortina mal hecha, la ve por al menos unos 30 segundos tratando de resolver el misterio que esa cortina esconde, sin hacer ningún movimiento se pregunta cómo será todo del otro lado.

  Se suena la nariz, seca las lágrimas añejas, toma una dona para el cabello y se hace un chongo afro, qué más da, nadie la vera, piensa ella. Sus pantuflas están muy lejos de sus pies, así que decide levantarse y caminar descalza. La incertidumbre la ha levantado.

   La 01:06 Camina por inercia, sus pies solo esquivan las cosas regadas del piso, se pega en el dedo chiquito como ya es costumbre y eso la hace despertar un poco. Ahí está frente a esa cortina, con la mente en blanco, con la lluvia en los ojos, hay una luz como de flash de cámara, asoma media cara, resaltándole la nariz como cuando era niña y espiaba a su hermana. Algo sucede allá afuera, un sonido estruendoso acompaña la luz, algo sucede. Retrocede un paso, un aire sumamente frio entro por sus dedos gordos de los pies, a tal grado de provocarle dolor de huesos.

     Los ruidos y las luces siguen y cada vez son más fuertes y constantes,  ha empezado a llover, corre a cerrar la puerta del patio, sin percatarse de que al atravesar esa cortina insignificante dejaría todo atrás.

     Las luces son los rayos de la tormenta que se ha desatado, el agua le llega más arriba de los tobillos, los relámpagos han hechizado su mirada, la incitan a ir hacia ellos, los truenos le han dejado sin sonido el oído izquierdo, ha perdido equilibrio, camina sin mirar que pisa, sin sentir el agua congelada.

    No escucha nada, solo ve ráfagas de luz que iluminan la noche oscura, la luna se fue, o al menos ella no se percató de su huida sigilosa, continua caminando hasta darse cuenta que está a la mitad de la nada, con el agua hasta los tobillos, los chinos caídos por el agua, su pijama mojado y su maquillaje corrido.

    Ahí está ella, sin preguntarse nada, sin querer saber dónde está, solo siente escurrirle por el rostro un montón de gotas, su cuerpo sigue tibio a pesar de la lluvia, irónicamente juraría que la esta cobijando, mira a su alrededor y no ve nada, mira hacia arriba y ahí está esa pequeña estrella, se parece mucho a la de su cuarto, solo que esta es verdadera.

  Solo hay una estrella visible entre toda esa tormenta, los rayos caen alrededor de ella,  algunas gotas atraviesan su pijama rosa otras solo escurren por su rostro, su mirada hacia el cielo le provoca la sensación de libertad.

   Ahí está ella, en medio de la tormenta, sin miedo a los relámpagos, sin miedo a resbalar por sus pies descalzos sobre el agua. Ahí está ella, sonriéndole a la estrella, fuera de su confort, viendo el verdadero cielo.

FP*



viernes, 27 de enero de 2012

VIDA COTIDIANA

Empezar el día cuando el sol sigue al otro lado del mundo con el sonido de un horrible despertador que es maldecido y estrellado contra el piso día a día, lavarse las penas disfrazarse de humano hacerse un nudo en el estomago porque no hay tiempo de desayunar, hoy puede ser el día en que el camión no se marche sin mí.
Antes de cerrar la puerta un beso a mamá y una rápida bendición, para poder enfrentar a los mounstros y fantasmas que me puedan asustar y su vez saber admirar aquellas hadas que me pueden cuidar.
En el camino por transcurrir intento escuchar mi voz, pero las voces de mi exterior son tantas y demasiado fuertes que sin quererlo no puedo evitar  prestar atención: “Que si hay que hurgarse hasta el fondo del pantalón para encontrar las monedas contadas para sobrevivir”, “Que el hombre de su vida es un mounstro disfrazado de esposo”, “Que los maleantes cada día nos tienen más secuestrados en el miedo”,  “Que el sueño más grande de su vida esta truncado”… es ahí donde mi mente llega a su capacidad, cuestionándome el porqué de todas esas cosas, y reaccionando al darme cuenta que yo sufro un poco de esos males. Prefiero ponerme los audífonos, recargar la cabeza sobre la ventanilla del autobús mirando sin mirar, pensando en aquel sueño que las adversidades y el tiempo me han obligado dejar atrás, imaginando como poder retomarlo, pero sobre todo como sobrevivir para algún día poder VIVIR!
Es momento de bajarme del transporte de los sueños, es tiempo de sentarme en ese pupitre donde mis múltiples lápices de colores y mi libreta decorada no pueden estar al mismo tiempo, al parecer debo escoger, la libreta simple y un lapicero de tinta negra.
Seres queriendo soñar, pero el ruido alrededor aturde los sentidos, el reloj avanza cada vez más rápido acelerando el andar. Quisiéramos ser aves pero tantos cables atravesando la ciudad no permiten volar.
Pero yo podría empezar a ser una de esas aves que vuelan bajo, aprendo a esquivar formando figuras entre esos cables que me permitirán perfeccionar mi vuelo para algún día hasta las nubes poder tocar.
FP*